E. KINGMAN


La presente es la tercera exposición que el “Espacio para el Arte y la Cultura de la AFESE” organiza, a partir de mayo del presente año, en esta sala que tradicionalmente ha estado dedicada a la realización de los más importantes eventos gremiales de la Asociación de Funcionarios y Empleados del Servicio Exterior Ecuatoriano. De esta manera, lo eiteramos, rendimos fiel testimonio de la tradicional e indeclinable locación de sus miembros para la promoción y difusión de los altos valores nacionales.
Consecuentes con este espíritu, hemos decidido que el presente año 2014, no termine sin que rindamos el mayor homenaje de reconocimiento que le debe su país y que nosotros podemos ofrecer, a una de las figuras señeras del arte ecuatoriano, cuyo jubileo por los cien años de su natalicio se cumplió el año pasado.
La celebridad de Eduardo Kingman no necesita de nuevas expresiones de admiración que la respalden. Sin embargo, incompleta sería cualquier actividad de divulgación de los valores nacionales, si omitiéramos recordar su magistral labor artística reposada y segura, enriquecida por su enorme calidad humana.
El arte y la cultura, en todas sus formas, son el resultado moral de la civilización y la irradiación espiritual de los pueblos. Allí encaja plenamente la figura de Eduardo Kingman, como uno de los artistas nacionales que ha interpretado fielmente el espíritu de su pueblo profundo. Al compenetrarnos con su obra encontramos que, efectivamente, hemos sido entendidos a través de su palabra plástica que no se marchita y nos sentimos identificados con ella, lo que ocurrirá también “cuando el tiempo corra” y “los que vengan tras sus ondas sientan la curiosidad de sentir cómo fuimos”, como lo anticipó Benjamín Carrión.
Es imposible comprender la pintura ecuatoriana del siglo XX sin Kingman. Hizo la pintura que correspondió a su época en un país que despertaba a los cuestionamientos que producían las injusticias.
Por ello se identifica con el expresionismo indigenista, con lo que son fáciles de entender sus identidades con el muralismo mexicano y particularmente la fuerza iconográfica de Rufino Tamayo. De ahí surge su afinidad con el simbolismo de marcado compromiso social que claramente aflora en”El Carbonero” (1934) -con el que gana el prestigioso Premio “Mariano Aguilera”- cuando el Jurado destacó, precisamente, “la novísima inspiración social...el verismo del dibujo anatómico..... la revelación del estado psíquico..”. Posteriormente arriba a la cumbre de su plástica de la época, con su asombroso “Los
Guandos”(1941) obra que nos envuelve en su potente dramatismo, e inclusive nos genera percepciones sensoriales, pues el frío viento del páramo nos azota, como el amenazante látigo que se insinúa en la parte superior de la composición.
Luego de una exploración por muchas corrientes, su trabajo encontrará sus propios derroteros y sus incuestionables características individuales, que marcarán definitivamente el panorama del arte ecuatoriano. Allí continuarán presentes su dominio técnico, la fuerza el dibujo, la riqueza del color y el claro mensaje de sus iluminadas composiciones. Acentúa la distorsión de las formas, trayéndonos a la mente el aserto de Gauguin:”a medida que uno deforma.... abandona lo verosímil y entra en el mundo de la fábula”, que quiere decir, la poesía.
La manos se convierten en el núcleo de la composición expresiva.
Como las recordó nuestro querido colega y gran escritor, Filoteo Samaniego, “aquellas manos que pintan y las pintadas”; manos “embridadoras del color insurgente ...”. En este punto, conviene recordar que en arte y en literatura, es menester alterar la realidad para que sea verosímil.
El cuadro que hemos escogido para la carátula del catálogo de esta exposición, compendia las calidades plásticas del Maestro y su sugerente título : “Mundo Sin Respuesta”, nos concierne a los miembros del Servicio Exterior, pues nuestro oficio es encontrar caminos y orientaciones, en un mundo convulsionado.
Este catálogo, contiene un ilustrado ensayo de la catedrática Sonia Kraemer, sobre el artista, así como una grata entrevista a su hija, nuestra estimada Soledad Kingman, a quien agradecemos por su invalorable colaboración. Al igual que los anteriores, el catálogo que ahora presentamos, tiene el propósito de enriquecer la colección de arte ecuatoriano que la AFESE ofrece al país.
Las obras publicadas en el fascículo son aquellas que se exhibirán, y que pertenecen a la Colección Soledad Kingman, a más de las ofrecidas por instituciones nacionales y coleccionistas privados. A todos ellos mi gratitud.

Asimismo, expreso mi agradecimiento a nuestro coordinador general Embajador Byron Morejón Almeida; a la catedrática Doctora Sonia Kraemer y al distinguido fotógrafo Cristóbal Corral, por la organización de la muestra y la edición de este importante catálogo coleccionable, por los esfuerzos que demandan estos emprendimientos y por la dedicación y excelencia de su trabajo.
De igual manera, expreso mi reconocimiento al personal de apoyo de la AFESE.


Carlos Abad Ortiz
Presidente de la AFESE

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